Hoy me vi reflejado en el rostro de otra persona. Vi cómo la monotonía poco a poco desmorona lo que nos queda de humanos. Vi cómo el cansancio, la tensión que provoca el cumplir con la tarea cotidiana de subsistirse en lo emocional, forma pliegues y contornos que aparecen cuando miramos el piso.

Ser creativo representa mucho cuando disfrutamos de crear, cuando anteponemos el contenido a los prejuicios y a la forma le damos libertad de existir. Pero en cambio, cuando esa monotonía que a veces es necesario adoptar, llega y disminuye esa pequeña motivación de sentirse creativo, uno termina cayendo en la revisión, la corrección, otra revisión y otra corrección.

No conozco el remedio o el tratamiento para ese padecer. La vía, creo, está ocasionalmente en mirarse al espejo y decirle al cabrón que está enfrente: no la jodas, ya es hora que termines los pendientes.