Todo lo que vemos fue hecho por alguien más.
y no te has dado cuenta que ya no están.
Lo que quedan son trayectorias invisibles,
fijadas a la luz de las ruinas.

Todo lo que vemos fue hecho por fuego y polvo
y no te has dado cuenta que aún huelen sus cenizas.
Lo que queda es una estructura de cristal
enderezada al calor del ruido.
Hoy me vi reflejado en el rostro de otra persona. Vi cómo la monotonía poco a poco desmorona lo que nos queda de humanos. Vi cómo el cansancio, la tensión que provoca el cumplir con la tarea cotidiana de subsistirse en lo emocional, forma pliegues y contornos que aparecen cuando miramos el piso.

Ser creativo representa mucho cuando disfrutamos de crear, cuando anteponemos el contenido a los prejuicios y a la forma le damos libertad de existir. Pero en cambio, cuando esa monotonía que a veces es necesario adoptar, llega y disminuye esa pequeña motivación de sentirse creativo, uno termina cayendo en la revisión, la corrección, otra revisión y otra corrección.

No conozco el remedio o el tratamiento para ese padecer. La vía, creo, está ocasionalmente en mirarse al espejo y decirle al cabrón que está enfrente: no la jodas, ya es hora que termines los pendientes.